Sin Derechos Humanos no Habrá Paz

Sin Derechos Humanos no habrá Paz


Hoy se celebra el 70 aniversario de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, expresión de un compromiso de los Estados para proteger y promover los Derechos Humanos, pues como se recoge en su Preámbulo “… El desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad …”. Sin embargo, nunca se ha conseguido la efectividad universal de los mismos.

Esta conmemoración nos compele a reflexionar un año más sobre los Derechos Humanos que se recogieron en la Declaración y si estos derechos han conseguido el respeto universal y efectivo que se proclama de los mismos en su Preámbulo. La realidad es que desde la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos ha habido períodos de avances significativos pero nunca se ha conseguido la efectividad universal de los mismos. La historia nos enseña que los Derechos Humanos necesitan un contexto democrático pues la libertad individual y colectiva sólo alcanza su efectiva garantía con una ciudadanía democrática capaz de ejercer y exigir esos derechos.

Estamos en un momento de emergencia, en un momento de encrucijada en el que, por una parte, aparecen nuevos paradigmas y, por otra, nos están arrebatando los derechos que habíamos conquistado en un contexto de claro retroceso democrático y de los derechos de la ciudadanía. Cada uno de los derechos que se recogen en los distintos Tratados y Declaraciones Internacionales ha sido conquistado con sangre dolor y lágrimas por lo que no podemos resignarnos, en un momento de crisis política y social, a contemplar el desastre: estamos obligados a defenderlos con el mismo ahínco con que los conquistamos.

Presenciamos cada día un sinfín de vulnerabilidades de los Derechos Humanos: entre otros, la lacerante inequidad promovida por una reducida élite, el mantenimiento de la desigualdad entre hombres y mujeres, el desconocimiento de los derechos de las y los niños que en número de miles siguen vagando solos buscándose un futuro, o los millones de personas desplazadas y refugiadas a las que distintas fuerzas políticas han declarado nuestras enemigas y a las que, en expresión de Hannah Arent, les negamos cada día "el derecho a tener derechos" aunque para ello hagamos saltar por los aires los valores que determinaron la construcción europea.

Que seamos capaces de transformar esta encrucijada actual en un nuevo avance para la Humanidad va a depender de nuestro compromiso y nuestra firme apuesta con los Derechos Humanos, con su defensa activa, haciendo realidad el bello contenido del artículo primero de la Declaración: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con nosotros."