“No quiero caridad. Deseo disfrutar de mis derechos”

Entrevista a Shifa Mustafa, participante en un proyecto del Movimiento por la Paz –MPDL- en Líbano. El día 3 de Diciembre es el Día Internacional de las personas con Discapacidad. Este año, Naciones Unidas ha establecido como prioridad la reducción de riesgos para las personas con discapacidad en situaciones de emergencia y la creación de condiciones propicias de trabajo.


El Movimiento por la Paz -MPDL- lleva varios años trabajando en Líbano, Jordania y Palestina con personas refugiadas con necesidades especiales.

En concreto, en Líbano estamos desarrollando el proyecto financiado por la Unión Europea “Mejora de la inclusión social, el acceso a formación profesional y la autonomía de las personas con discapacidad en el Valle de la Bekaa”, junto a la asociación local Unión de Libaneses con Discapacidades Físicas (LPHU en sus siglas en inglés). Este proyecto, que pretende fortalecer las capacidades de las personas con discapacidad y su acceso al trabajo, se desarrolla en el Valle de Bekaa, junto a la frontera con Siria. Esta región acoge a 405.862 personas refugiadas sirias, casi la mitad del millón que ha llegado al Líbano durante los últimos tres años y casi una sexta parte del total de refugiados que se encuentran entre Líbano, Turquía, Irak, Egipto y Jordania.

Una de las actividades del proyecto consiste en ofrecer sesiones de apoyo psicosocial a todas aquellas personas que siguen la formación profesional para que luego puedan formar su propia PYME con la ayuda de dos agencias libanesas de microcréditos.

Durante una de las sesiones de apoyo psicosocial que se imparten en el proyecto, nos hemos entrevistado con Shifa Mustafa, una mujer Siria que sufre de artritis reumatoide severa desde los 12 años. Shifa es madre de tres niños con los que vive junto a su marido, suegra y cuñada en una tienda del campo de refugiados situado cerca de la localidad de Zahle. Su suegra sufre diabetes crónica y su cuñada tiene una discapacidad mental.

En España, la artritis reumatoide tiene medicación y puede durar sólo unos años. Pero para Shifa, una mujer nacida bajo duras condiciones de pobreza en Siria y refugiada en Líbano desde hace dos años, esta enfermedad le impide moverse con facilidad y utilizar bien sus manos, ya que no dispone de los medicamentos necesarios ni acceso a los servicios sanitarios libaneses. Se calcula que el 15% de las personas refugiadas sirias padece de una enfermedad crónica que les incapacita para desarrollar su vida con normalidad. El 47,7% de ellos nunca ha recibido el tratamiento necesario desde que están en Líbano, y el 34,8% nunca ha recibido las medicinas necesarias.

“Llegué hace dos años desde Damasco. Salimos de la ciudad hasta la frontera, a un pequeño pueblo que se llama Kesua. Como ya tenía otros familiares que se habían refugiado en Líbano decidimos venir hacia aquí. Mi marido trabajaba en una tienda de accesorios y un día durante la guerra le robaron todo lo que tenía en la tienda, lo perdimos todo y tuvimos que salir. Ahora no tiene trabajo. Desde que llegamos ha intentado trabajar en todo lo que podía para poder proveernos de las medicinas necesarias a mí, a su madre y a su hermana, pero no ha conseguido trabajar en nada. Las medicinas son muy caras y la familia no puede permitírselo”.

Las familias tiene que pedir préstamos para cubrir los costes sanitarios

Según un estudio que realizó el Movimiento por la Paz (.pdf, 2.32MB) a principios de año, los costes sanitarios para una familia suponen una media del 25,9% del gasto familiar. Hay familias que tienen que vender pertenencias, los cupones de comidas o que incluso piden préstamos para poder hacer frente a estos costes. Es el segundo mayor gasto de todas las familias después de la residencia.

“ACNUR nos da unos cupones para comida todos los meses y ahora en invierno nos ha dado otro para comprar combustible para los radiadores, pero muchos de mis vecinos no tienen radiadores. El año pasado el combustible se nos gastó muy pronto y mi marido tuvo que ir a buscar dinero o cualquier cosa que sirviera para calentar. A veces cuando alguno de los vecinos no tiene fuel o radiador nos reunimos en otra tienda o nos lo prestan”.

A pesar de todo, nada ha impedido a Shifa ser la mejor de su promoción en el curso de decoración de chocolatinas que imparte la organización LPHU. Nada le ha impedido asistir todos los días al curso ni a las diferentes sesiones de apoyo psicológico, ni ser la más activa en el curso de marketing para empresas.

“Este proyecto es muy bonito. Nos empodera como personas y nos permite ser más fuertes en la vida, en especial en estos tiempos de guerra. Es duro comprender por qué estamos así y cuál es nuestra culpa en este conflicto; nosotros no hemos hecho nada. ¿Qué culpa tienen mis hijos, que no pueden ir a la escuela, de todo esto? Todo a nuestro alrededor está mal, pero este proyecto nos hace ser fuertes y tener confianza en nosotros mismos como personas”.

Día Internacional de las Personas con Discapacidad

Shifa no sabía que el día 3 de diciembre es el Día Internacional declarado por las Naciones Unidas de las Personas con Discapacidad.

“Tenía un hermano con discapacidad mental, pero mi familia nunca pudo hacer nada por él debido a las condiciones de pobreza en las que vivíamos. Las organizaciones lo único que nos dan es caridad, pero yo no quiero caridad para las personas con discapacidad. Lo que las personas con necesidades especiales necesitamos es, lo primero, educación. Si mi familia hubiera podido darle a mi hermano una educación todo hubiera sido diferente, pero mi padre se sentía avergonzado y tenía miedo de lo que la comunidad pudiera pensar de él, por eso nunca tuvo una educación”.

“Yo quiero que la sociedad española sepa que estamos muy agradecidos por este proyecto y por la ayuda que ofrecen a los sirios, aunque todavía hay mucho que hacer para poder tener una mejor vida: prótesis, acceso a medicamentos y centros sanitarios, mejores condiciones en los campos… Si pudiera pedir un deseo para el día Internacional de las personas con discapacidad, sería que tengamos más confianza en nosotros mismos, poder trabajar más con nuestra comunidad y sentirnos personas sin ningún tipo de discriminación para acceder a ningún tipo de derecho”.

“Yo tengo esta enfermedad desde que tengo 12 años, y desde entonces fui a todos los médicos que pude preguntando si alguna vez podría casarme, si alguna vez podría tener hijos, tener una vida normal y lo único que pude hacer es luchar por lo que quería. Me sentí frustrada muchas veces, pero continué luchando y ahora tengo tres hijos y una familia, así que ahora seguiré luchando para tener una empresa con mi marido y algún día volver a Siria”.

No pudimos preguntarle más, nos quedamos sin fuerzas. Una vez más son las personas con las que trabajamos las que nos enseñan a nosotros sobre la vida y sobre la lucha del día a día. Shifa debería ser un ejemplo para todas las personas que tienen necesidades especiales para poder desarrollar su vida en derechos, con normalidad, pero sabemos que no es la única, detrás de todos estos proyectos que desarrollamos en Jordania, Líbano, Gaza hay miles de historias que deberían de ser contadas, no sólo el 3 de Diciembre, sino todos los días.

Descarga: Informe sobre Discapacidad en Líbano (.pdf, 2.32MB)