La igualdad es un valor fundamental de nuestro ordenamiento jurídico, es una premisa de integración y por tanto, de paz social. Es bastante habitual la normalización de actos racistas cotidianos. Por ejemplo, no se ve como discriminación que una persona de acento extranjero encuentre más dificultades a la hora de alquilar una vivienda. Las víctimas no denuncian porque no han sabido identificar el hecho como discriminatorio, por miedo a represalias, etc.