Desde que tenía 9 años he participado en proyectos de educación en valores, junto con jóvenes inmigrantes. Empecé como beneficiaria y ahora soy monitora. Es mi segunda casa, mi segunda familia. Durante estos años hemos compartido idiomas, costumbres, músicas, bailes… Y sobre todo nos hemos hecho personas más abiertas a la hora de relacionarnos con las demás y somos más conscientes de sus problemas.