6 de noviembre · Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados

Paz con la Tierra para desarmar la destrucción

Los conflictos armados y la crisis climática no son fenómenos aislados. Comparten causas y consecuencias: un modelo económico basado en la extracción, el acaparamiento de recursos y la militarización de los territorios. De Oriente Próximo al Sahel, del Amazonas a Ucrania, la guerra y el expolio ambiental avanzan juntos, alimentándose mutuamente.

La contaminación, la deforestación y el desplazamiento forzoso no son daños colaterales, sino estrategias de control territorial y poblacional. Se emplean para vaciar zonas, destruir economías locales y reconfigurar la propiedad y el uso de la tierra. Entre sus formas más comunes se encuentran la quema de cultivos y bosques, los ataques o bloqueos de agua y energía, la extracción de recursos bajo protección militar y las políticas de conservación armada que expulsan comunidades enteras.

Estas prácticas facilitan el acaparamiento de recursos y se legitiman bajo regímenes de excepción que suspenden salvaguardas ambientales y Derechos Humanos, consolidando nuevas relaciones de poder sobre el territorio. Estas violencias afectan de forma desproporcionada a mujeres, niñas, comunidades indígenas, campesinas y defensoras ambientales, cuyos cuerpos y territorios son tratados como campos de batalla.

El medio ambiente es víctima de los conflictos. La destrucción de ecosistemas, el saqueo de minerales o el uso del agua como arma forman parte de una misma lógica que antepone el beneficio económico y la seguridad militar a la vida. Este modelo se sostiene gracias a intereses geopolíticos y económicos que priorizan el control de recursos por parte de grandes corporaciones transnacionales, con la complicidad de la ciudadanía que consume como si el planeta no tuviera límites biofísicos y de gobiernos y potencias que financian guerras y extraen beneficios de la devastación.

Mientras los conflictos destruyen, las comunidades defienden. En los cinco continentes, son miles las personas defensoras, en especial mujeres, que arriesgan su vida para proteger los bienes comunes, la biodiversidad y la justicia territorial.

En este 6 de noviembre, recordamos que no habrá paz sin justicia ambiental. La prevención de los conflictos exige desmilitarizar la economía, frenar el comercio de armas y proteger los bienes comunes.