Begoña Serrano: “Acompañamos a las mujeres desde una mirada integral y con aprendizajes construidos durante años de experiencia”

El Área de Mujer de Movimiento por la Paz –MPDL– trabaja desde hace décadas en el acompañamiento integral a mujeres supervivientes de violencias machistas. Con motivo del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, conversamos con Begoña Serrano, Responsable del Área, con más de 22 años de experiencia de intervención directa, para profundizar en los retos actuales y en la evolución de un trabajo fundamental dentro de la organización.

Acompañamiento integral y reparador

El Área de Mujer de Movimiento por la Paz se ha consolidado como un espacio de referencia en la atención a mujeres supervivientes de violencia machista. Su enfoque combina atención social, asesoría jurídica, apoyo psicológico y procesos de reparación del daño, articulados desde una mirada integral y sostenida en el tiempo.

“Acompañamos desde una perspectiva global. No solo cubrimos la urgencia, sino que caminamos con cada mujer en sus procesos, que muchas veces son largos y atravesados por duelos, miedos, cuidados y responsabilidades”, explica Begoña.

El equipo viene detectando desde hace años un incremento de dinámicas complejas y violencias múltiples, muchas de ellas invisibilizadas o insuficientemente recogidas en la normativa actual. Entre ellas destaca la alta prevalencia de violencias vividas en la infancia, una experiencia muy común entre las mujeres que hoy sufren violencia machista y que suele resurgir cuando inician procesos de denuncia o autonomía.

A ello se suma la violencia vicaria, aún sin pleno reconocimiento institucional, y los impactos psicológicos graves que deja la violencia prolongada, incluyendo en algunos casos episodios de ideación suicida que requieren una atención especializada.

“La violencia no es solo física o psicológica. Tiene efectos profundos en la identidad, la autoestima, la red de apoyos y la salud emocional. Nuestro trabajo es ayudar a nombrar, comprender y reparar esas capas”, subraya.

Hoy, una parte muy importante de las mujeres que se acompañan desde el Área son mujeres migrantes, especialmente procedentes de América Latina, que llegan en situaciones de gran vulnerabilidad.

“Atendemos a un porcentaje muy elevado de mujeres migrantes. Algunas llevan poco tiempo en España… otras, muchos años. Lo que comparten es haber atravesado violencias que impactan en todas las dimensiones de su vida”, señala Begoña.

Además, este contexto se ve agravado por las barreras administrativas, la falta de redes de apoyo, experiencias de racismo y normativas que no incorporan una perspectiva interseccional. Para muchas mujeres en situación administrativa irregular, denunciar resulta prácticamente imposible, y las condiciones materiales que atraviesan —precariedad laboral, dificultades para acceder a una vivienda, ausencia de ayudas y responsabilidades de cuidados— hacen que, en la práctica, salir de la violencia sea un camino lleno de obstáculos.

La financiación destinada a la atención directa depende de cada comunidad autónoma, lo que genera desigualdades territoriales y limita la estabilidad de los recursos disponibles. En algunos territorios, estos fondos han sufrido recortes significativos. Begoña recuerda, por ejemplo, que la Comunidad de Madrid reducirá para el próximo año en un millón de euros la partida destinada a este ámbito, un ajuste que impacta directamente en la capacidad de los equipos para llegar a todas las mujeres que necesitan acompañamiento.

Formación y prevención

El Área de Mujer también impulsa una línea de formación dirigida a profesionales, construida a partir de los aprendizajes generados en años de intervención. Se trata de espacios que buscan dotar de herramientas a quienes trabajan en primera línea y que permiten compartir el conocimiento acumulado por el equipo.

Una de las líneas más innovadoras es la que aborda la ideación suicida vinculada a la violencia machista, un ámbito todavía poco explorado en los protocolos institucionales. El objetivo es visibilizar esta relación, mejorar la detección, promover una intervención adecuada y comprender cómo la violencia prolongada impacta en la salud mental y en la capacidad de pedir ayuda.

Frente al negacionismo, sostener espacios seguros

El avance del negacionismo de la violencia machista está teniendo consecuencias directas en la vida de las mujeres. Según explica Begoña, estos discursos “generan miedo, vergüenza y confusión, provocando que algunas retraigan denuncias o incluso duden de si lo que viven es realmente violencia”.

En este contexto, Begoña subraya la importancia de sostener espacios seguros, basados en la evidencia, la escucha y el acompañamiento continuo. Para ello, el trabajo en red resulta imprescindible. La coordinación con servicios sociales, centros de salud, entidades comunitarias y otros agentes permite ofrecer una atención más completa. Sin embargo, esta colaboración depende en gran medida de la voluntad de las y los profesionales, ya que no existen protocolos plenamente establecidos que garanticen una coordinación efectiva entre todos los recursos.

Además de la intervención directa, el Área de Mujer impulsa líneas de sensibilización social orientadas a generar conciencia ciudadana, prevenir las violencias machistas y promover una cultura de igualdad que contrarreste la desinformación y los discursos negacionistas.

Este 25N, Yo sí te creo

Como mensaje central para este 25N, Begoña insiste en la importancia de nombrar y reconocer la violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, una violencia estructural que hunde sus raíces en patrones patriarcales y visiones androcéntricas que continúan atravesando todas las esferas de nuestra sociedad.

Según los datos oficiales del Ministerio de Igualdad, más de 1.250 mujeres han sido asesinadas en España desde que existen registros (2003) y miles más conviven cada año con violencias físicas, psicológicas, sexuales, económicas, digitales o vicarias. A ello se suma el impacto social y comunitario: infancia expuesta a la violencia, familias desestructuradas, pérdida de empleo, aislamiento social y graves consecuencias para la salud mental.

“No podemos olvidar que la violencia machista existe, que afecta a miles de mujeres y que compromete a toda la sociedad. Reconocerla es el primer paso para erradicarla”, afirma Begoña.

En un contexto de aumento de discursos negacionistas, el Área de Mujer reivindica la necesidad de creer en las mujeres, reforzar los recursos de acompañamiento, garantizar el acceso a la justicia, proteger a la infancia y sostener políticas públicas que sitúen la igualdad y la vida libre de violencias como ejes centrales.