Zulay Lizeth, lideresa social colombiana: “En el sur de Bolívar las personas somos más resilientes y más resistentes”
El sur de Bolívar, en el Magdalena Medio, es una de las regiones de Colombia más afectadas por el conflicto armado, en la que confluyen elementos como la presencia de grupos armados y economías ilegales, que contribuyen a la degradación medioambiental y limitan el desarrollo de modelos productivos sostenibles. Así como una débil presencia de las instituciones del Estado y falta de inversión en infraestructuras que han generado altos niveles de vulnerabilidad en la población que dificultan el acceso a oportunidades, perpetuando ciclos de pobreza y exclusión, especialmente entre las mujeres y la juventud.
En el Magdalena Medio las juventudes enfrentan desempleo, violencia social, discriminación y falta de espacios seguros para su desarrollo. Las mujeres jóvenes, especialmente las rurales y afrodescendientes, viven las consecuencias más duras: una triple desigualdad que combina género, clase y territorio. La región ha sido escenario de múltiples violencias y violaciones de derechos humanos: desplazamientos forzados, desapariciones, reclutamiento de menores, violencia sexual y persecución a líderes sociales. A pesar de ello, el Magdalena Medio también ha sido cuna de importantes experiencias de resistencia, organización comunitaria, procesos de memoria, economías solidarias y apuestas de paz territorial.
Zulay Lizeth González es una joven lideresa social del sur de Bolívar que, a sus 27 años, ha dedicado casi la mitad de su vida a defender los derechos de las juventudes y a promover la participación ciudadana en territorios marcados por el conflicto. Desde espacios como la Plataforma Municipal y Departamental de Juventudes, impulsa la incidencia política y la construcción de paz, mientras combina su labor comunitaria con los estudios de Psicología en la UNAD, convencida de que sanar lo colectivo también es un acto de liderazgo.
¿Cómo comenzó tu camino en el liderazgo social y qué te inspiró para dedicarte a la defensa de los derechos de las juventudes?
Mi camino en el liderazgo empezó desde los 17 años, llevo 12 años en el ejercicio del liderazgo juvenil en el municipio. Todo empezó en un proyecto nacional que lanzó el Departamento de Prosperidad Social en Colombia, llamado la Legión del Afecto. Fue un proyecto bastante interesante que vinculó a muchos jóvenes de lugares bastante victimizados por la violencia, como lo fue el Chocó, como lo es el Magdalena Medio o el sur de Bolívar, con todos los municipios que pertenecen a él y otras partes de Colombia. Empezó ahí por los acuerdos de paz que se hicieron con los grupos armados.
Con algunos compañeros y compañeras decidimos crear una asociación que también nos ayudó a ser reconocidos en el territorio, a trabajar por la juventud, por los liderazgos. A partir de ahí también empecé a formar parte de la Plataforma Municipal de Juventudes, que es un espacio donde se articulan todas las asociaciones, fundaciones, grupos juveniles con enfoque artístico, cultural, de política, etc. La plataforma tiene una persona líder que gestiona y promueve actividades o proyectos desde la administración municipal y hace que todos esos proyectos que son para los jóvenes sean tenidos en cuenta y de verdad se ejecuten. Eso también me abrió la puerta para formar parte de la Plataforma Departamental del Departamento de Bolívar, que es al que pertenece el municipio de San Pablo, y ser la delegada del sur de Bolívar ante la gobernación.
¿Cuéntanos en qué consisten esas actividades?
A través de la Plataforma se gestionan proyectos y se hace que la administración cumpla con lo que dice la ley juvenil.
Ahora pertenezco a una fundación, Línea Subterránea (Instagram), que es una fundación artística y cultural (Facebook). La fundación se encarga de la reconstrucción de la memoria histórica, a través de su actividad principal: el Festival Memorias en el Olvido.
Es un festival que, a través del arte, del graffiti y el muralismo, reconstruye la memoria histórica del municipio. También contamos con una escuela de formación de teatro, graffiti, muralismo y dibujo.
Asimismo, acompañamos a las instituciones rurales y educativas de la zona rural en las que hacemos intervenciones artísticas, como en las bibliotecas que están más aisladas y que la administración no tiene en cuenta. Todos estos espacios de participación me han permitido ser la líder social que ahora soy. Ser líder social en el municipio o en el territorio del sur de Bolívar no es fácil.
La llegada del Movimiento por la Paz al territorio fue una ayuda que hizo que los y las jóvenes sintiéramos que no estábamos solos. Nos ayudó a construir una red de apoyo y nos hace sentir que nuestra labor y nuestra construcción en la defensa de los Derechos Humanos es algo en lo que también hay más personas que están interesadas. Personas interesadas en que la voz de los jóvenes sea escuchada. Eso ha sido un impulso a pesar de todas las dificultades.
¿Cuáles son los principales retos que enfrentan hoy las jóvenes y los jóvenes en el sur de Bolívar?
Uno de los principales retos ha sido la violencia que se vive en el territorio, las amenazas que reciben algunos líderes y lideresas sociales dentro del mismo y la atención que se le da a esos y esas jóvenes que han sido amenazados. En el territorio no se atiende de manera oportuna las amenazas. Cuando te amenazan se activa una ruta o protocolo para protegerte, pero esa activación de la ruta para sacarte de la zona es muy tardía y para cuando llega, la persona o se ha ido de allí por cuenta propia o ya la han asesinado. Salen por cuenta propia o con el acompañamiento también de otro agente institucional, como es el caso del Movimiento por la Paz.
Otro de los retos es la falta de acompañamiento institucional o gubernamental en el territorio. Solemos decir que el sur de Bolívar a la vez es de todos y a la vez es de nadie. Es de todos cuando necesitan reconocerlo, pero no es de nadie cuando hay violencia, cuando hay desplazamientos forzados, cuando las personas de la zona rural tienen que desplazarse a la zona urbana porque en su zona los grupos armados están invadiendo su territorio.
Ser líder social en el territorio ha sido bastante complicado y la ausencia de la administración permite que se den todo este tipo de situaciones.
¿Y qué avances destacarías en el trabajo articulado de las Plataformas de Juventudes a nivel municipal y departamental?
Creo que el principal avance es la fuerza que hemos tenido los y las jóvenes dentro la Plataforma, principalmente los del sur de Bolívar. Somos los y las que más olvidados estamos y los que más le sacamos beneficio.
La articulación entre todos los espacios ha permitido los y las jóvenes nos empoderemos más cada día.
Creo yo también que esa red de apoyo nos ha ayudado a fortalecernos. Todas esas dificultades han hecho de que en el sur de Bolívar seamos las personas más resilientes, más resistentes y ha permitido que tengamos voz y voto en varios espacios de participación.
Como futura psicóloga, ¿cómo aplicas tus conocimientos en tu día a día en este contexto?
Bueno, a través de acciones psicosociales como, por ejemplo, los talleres de formación artística y cultural. De esta manera los jóvenes o las personas participantes se olvidan un poco de todas estas dificultades. Creemos que a través de esos espacios las personas pueden querer más al territorio, así como fomentar la ayuda mutua entre nosotros. Creemos que a través de estos talleres y espacios, como lo es el Festival Memorias en el Olvido, podemos construir paz desde el territorio.
¿Qué te motiva a seguir adelante cuando tu labor se vuelve más desafiante?
La juventud es un impulso. También el relevo generacional, es decir, saber que cuando yo salga de mi puesto o del territorio, detrás de mí vienen otros y otras jóvenes que también quieren seguir con este liderazgo y que les gustan todos estos procesos. Eso también es un mérito para cada una de nosotras como líderes sociales, saber de que si nos vamos no estamos solos o no se van a acabar los procesos ahí. Esa ha sido una de las mayores motivaciones, el saber de que lo estamos haciendo bien, que las chicas y los chicos nos tienen como referente.
