Poner la paz en el centro

Nos encontramos en un mundo en transición, con profundos cambios geopolíticos que fomentan la polarización, la fragmentación y las violencias, desvirtuando valores y derechos que hasta hace poco dábamos por sentados. Es un momento en el tenemos que poner todo nuestro empeño frente a la industria del bulo, la cultura del más fuerte y la bandera del odio que erosionan las democracias y la convivencia pacífica. Somos más las que no odiamos, las que queremos derechos para todas, las que queremos vivir en paz.

No podemos obviar la situación en Palestina, donde miles de personas, especialmente niños y niñas, son asesinados, resultan heridos o son desplazados. El Gobierno de Israel provoca hambre, priva de agua y destruye el sistema sanitario, lo que constituye una grave violación del Derecho Internacional Humanitario. Los ataques a civiles, la obstrucción de la ayuda y el colapso de hospitales configuran un escenario de sufrimiento extremo e inaceptable.

Por ello, exigimos el cese inmediato del castigo colectivo y del asedio contra la población palestina, así como la entrada masiva de ayuda humanitaria. Reclamamos a la comunidad internacional que pase de las palabras a la acción, recordando que la historia no juzgará lo que se dice, sino lo que se hace o se deja de hacer. La urgencia es absoluta: con cada vida perdida también se desmorona nuestra humanidad. Interpelamos directamente a gobiernos y líderes para que asuman su responsabilidad.

Nos encontramos, también, en un momento donde se ha normalizado hablar públicamente de deportaciones masivas, promover ‘cazas’ a personas migrantes, negar la violencia de género o poner en valor el uso de la fuerza militar. La narrativa del caos tiene una consecuencia superior: que la ciudadanía no crea en nada y desconfíe de todo y de todos, movilizando a los extremistas y desmovilizando a buena parte de la ciudadanía, a través de engranajes capaces de desestabilizar gobiernos, impactar en campañas electorales, dañar democracias, cosificar, estigmatizar y promover discursos de odio sobre personas y colectivos, polarizar y alejar a la ciudadanía del compromiso social y del bien común. Contamos con innumerables ejemplos cada día.

El impacto de este giro tiene graves consecuencias a nivel local y global, tanto en nuestros barrios como a nivel internacional. El momento requiere que tomemos conciencia y acción y que reivindiquemos nuestro compromiso de seguir construyendo y promoviendo modelos de convivencia pacífica a nivel personal y colectivo.

Apropiarnos de la paz positiva

Los principios de la paz positiva destacan la necesidad de centrarse en la eliminación de las violencias, en plural, que estamos presenciando en la actualidad y en promover la cohesión social entre ciudadanía, Estado y/o diferentes comunidades. Este enfoque busca transformar relaciones, fortalecer capacidades para prevenir violencias y gestionar pacíficamente los conflictos, fomentando así relaciones más justas y duraderas que nos permitan superar los grandes retos globales a los cuales nos enfrentamos.

El panorama en el que nos encontramos requiere ampliar la visión como nunca antes lo habíamos hecho, apostando por una nueva forma de hacer colectiva, dejando a un lado fórmulas restringidas. Ante este contexto, se precisan nuevas formas de dialogar y cooperar que permitan esa acción colectiva global que necesitamos.

Aplicación de políticas pacifistas, feministas y antirracistas

Frente a los problemas de polarización y auge belicista enunciados, iniciativas como impulsar la Estrategia de construcción de Paz anunciada por la AECID se consideran relevantes en el camino a avanzar hacia un Plan Estatal de Paz. El contexto actual nos invita a ampliar la mirada a un enfoque que incluya también las violencias estructurales y culturales existentes y que nos permita abordar un enfoque de Fomento y Promoción de la Paz más amplio alineado con el enfoque de Seguridad Humana que plantea Naciones Unidas.

De cara a seguir construyendo un mundo más igualitario y feminista, es necesario consolidar políticas feministas a nivel estatal e internacional que incorporen de manera transversal los derechos de las mujeres y diversidades. En lo relativo a la acción internacional, respaldar la puesta en marcha de la Estrategia de Cooperación feminista de la Cooperación española que está presta para ser aprobada, así como impulsar la Agenda de Mujer, Paz y Seguridad, para lo cual el tercer plan de acción de mujer, paz y seguridad que está gestandose será fundamental en este camino.

Defender los derechos de las personas migrantes, migradas y refugiadas resulta crucial. Para ello son necesarias políticas de acogida inclusivas, dignas y con participación activa de las comunidades refugiadas, la participación de mujeres migrantes, migradas y refugiadas en procesos de decisión, en coherencia con la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad y reconocer y abordar la crisis climática como causa creciente de desplazamiento forzado.

Es imperativo que España y la Unión Europea implementen políticas migratorias que prioricen la dignidad humana y el respeto a los derechos fundamentales. Además, es esencial que estas políticas adopten un enfoque interseccional, reconociendo y abordando las diversas formas de discriminación y vulnerabilidad que afectan a las personas migrantes, especialmente a mujeres, niñas, niños y personas LGTBIQ+.

Es imprescindible que los Estados y organismos internacionales redirijan sus esfuerzos y recursos hacia la prevención de conflictos y la promoción de una cultura de paz que evite nuevas crisis humanitarias y garantice la dignidad de todas las personas.

También cabría añadir una referencia a la responsabilidad de Europa en garantizar un acceso justo a recursos como la energía, el agua o los alimentos, evitando dinámicas extractivistas que alimentan desigualdades y conflictos en el Sur Global.

Promover el bienestar de personas y ecosistemas

Frente a la crisis de los cuidados de todas las formas de vida que abarca la insuficiencia de los sistemas de apoyo para garantizar el bienestar de las personas, los ecosistemas y el planeta, evidenciada por las desigualdades de género, clase y raza en la distribución del trabajo de cuidados y la falta de políticas públicas adecuadas, hay dos hitos relevantes para el impulso de la justicia social que nos inspiran desde el lado latinoamericano: por una parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha confirmado que el cuidado es un derecho humano. Esta decisión, que ya marca un antes y un después, no solo exige a los Estados que lo garanticen, sino que busca una forma más justa de repartir las tareas de cuidado. Y, por otro, el Compromiso de Tlatelolco: una década para acelerar la igualdad de género y construir una sociedad del cuidado donde este derecho sea para todas las personas. En la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer, los Estados de América Latina y el Caribe adoptaron un acuerdo histórico que refuerza el multilateralismo, reconoce el cuidado como derecho humano y compromete medidas concretas en democracia paritaria, financiamiento y derechos sexuales y reproductivos.

Frente a la crisis del multilateralismo y de financiación para el desarrollo sostenible el hecho de que se produjera la Cuarta Conferencia de Financiación de Sevilla, espacio en el que los líderes de todos los gobiernos, junto con las organizaciones internacionales y regionales, las instituciones financieras y comerciales, las empresas, la sociedad civil y el Sistema de las Naciones Unidas pudieron encontrarse entre el 30 de junio y el 2 de julio de este año para debatir entorno a la cooperación al desarrollo, es un avance.

A pesar del ruido, un mundo más pacífico sí es posible.

¿Quieres saber más?

‘Una nueva agenda de paz en Europa y en España', nº 157 de la revista Tiempo de Paz

‘Urgencia de Paz’, nº 155 de la revista Tiempo de Paz

Presentación ‘El ascenso de la ultraderecha’, Ateneo de Madrid

‘‘Movilidad humana: migraciones y asilo hoy’, nº 154 de la revista Tiempo de Paz

La ONG Movimiento por la Paz -MPDL- trabaja en la construcción de paz desde 1983 tanto en España como en América Latina, África y Oriente Próximo.