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La intervención integral con mujeres víctimas de violencia de género

Más de 900 mujeres han sido asesinadas por violencia de género en los últimos 15 años en España. La Macroencuesta de Violencia contra la Mujer (2015) refleja que el 10,7% de las mujeres mayores de 16 años residentes en España ha sufrido violencia física por parte de alguna de sus parejas, el 8,1% violencia sexual y el 25,4% violencia psicológica de control. Ante esta realidad, Begoña Serrano, Responsable del Área de Mujer del Movimiento por la Paz – MPDL, recoge la experiencia de muchas mujeres que sufren violencia de género y el trabajo que desde nuestra organización realizamos con ellas. Porque la erradicación de las violencias y la consecución de la plena igualdad son los motores que guían cada acción y proyecto que llevamos a cabo.


Antes de explicar cómo desde el Área de Mujer del Movimiento por la Paz - MPDL trabajamos con mujeres que sufren violencias, es importante entender la complejidad de las mismas. Especialmente cuando hablamos de las infringidas por las parejas o ex parejas. Voy a centrarme en estos casos, que son con los que mayoritariamente intervenimos.

Antes de nada, tenemos que ponernos en el lugar de una mujer que ha vivido cómo una de las personas en las que deposita su confianza, anhelos y deseos se convierte en aquel que hace que sienta que la vida no merece la pena, que es la culpable de todo lo que le sucede. La dependencia emocional, económica y la existencia de hijos e hijas menores de edad en común son las principales dificultades en las intervenciones.

Sólo si nos posicionamos, comprendemos y, sobre todo, respetamos lo que siente y decide la mujer que sufre la violencia, podemos realizar una intervención adecuada. La intervención con mujeres en el Movimiento por la Paz la realizamos de forma integral: social, jurídica, psicológica y laboral.

En los casos de mujeres que sufren violencia de género podemos diferenciar dos situaciones: mujeres que han denunciado la violencia y mujeres que no la han denunciado.

Cuando las mujeres han denunciado se nos plantean dos realidades: la concesión de orden de protección y reconocimiento de la violencia sufrida por un juzgado, y el archivo del procedimiento con la consecuente ausencia de la orden de protección.

En el primer caso, acuden al Movimiento por la Paz para solicitar información sobre las implicaciones que esas decisiones judiciales conllevan, derechos y obligaciones, o trámites pendientes.

En cuanto al archivo del procedimiento con la consecuente ausencia de la orden de protección, la desconfianza en el sistema de protección dificulta la intervención ya que sienten que tras decidirse a dar el paso de denunciar no se las cree, se las culpabiliza y el agresor se ve fortalecido porque la autoridad judicial no ha reconocido la existencia de violencia. Muchas veces la convivencia con el agresor debe continuar por la ausencia de medios económicos o la existencia de hijos e hijas menores. Si es posible, se plantea el divorcio o separación judicial.

En el caso de que las mujeres no hayan denunciado, puede deberse a varios factores:

Porque no perciben la existencia de violencia: acuden a solicitar información sobre divorcio porque la relación no va bien, aunque manifiestan que nunca ha habido violencia física. Cuando nos cuentan cómo es esa relación, cómo se siente, no es difícil identificar la violencia psicológica y el control al que está sometida y que tienen normalizado. Desde la escucha activa se analiza lo que nos cuenta y se la informa de cómo lo que vive sí es violencia. En este punto, se informa sobre la opción del divorcio o separación que en un primer momento ella misma había planteado pero también de cómo sería acudir a los trámites por violencia y sus consecuencias.

Otras mujeres sí identifican que son víctimas de violencia pero no quieren o no pueden denunciar. Analizamos conjuntamente la existencia de pruebas y las consecuencias que conllevaría realizar la denuncia y si está preparada para ello, o si valora la opción del divorcio como lo más positivo para ella.

En cualquiera de los casos el riesgo de sufrir una agresión física se incrementa cuando la pareja conoce su intención de poner fin a la relación. En este punto intentamos buscar con ella medidas de protección por si se siente en riesgo.

Si estas situaciones son graves en sí mismas, alcanzan su grado máximo cuando hay hijos e hijas menores en común, ya que se convierten en la mejor fórmula para retener a la mujer o para ejercer la peor forma de violencia como hemos visto en numerosos casos con el asesinato de los hijos e hijas.

No podemos afirmar que todas las mujeres que atendemos logren salir del círculo de violencia, pero lo que sí garantizamos es un espacio, su espacio de escucha y apoyo, donde entre ella y nosotras vamos a valorar las opciones que existen y cómo ir afrontando lo que vaya sucediendo, siempre respetando su voluntad y sus decisiones.