Con racismo no habrá paz

Con racismo no habrá paz

Tomar conciencia del existente racismo estructural y cultural, enraizado y normalizado, es el primer paso para combatirlo de manera activa.


Cada una de nosotras y nosotros, a lo largo de toda nuestra vida y a través de innumerables fuentes, hemos ido aprendiendo y normalizando roles y estereotipos vinculados a las personas racializadas y migrantes, los cuales pueden desembocar en vulneraciones de derechos y en distintos tipos de violencias visibles e invisibles (desde la violencia estructural a la económica o cultural). El racismo, el odio y las violencias van de la mano.

Para combatir todas estas formas de racismo necesitamos la intervención activa de la sociedad, empezando por las Administraciones e instituciones públicas, el tejido empresarial, los medios de comunicación, la academia y el sector educativo, las organizaciones del tercer sector y, por supuesto, la ciudadanía.

Negar el racismo hará que se siga perpetuando y creciendo al estar cada vez más normalizado y extendido. Es una pirámide del odio que no deja de crecer. Porque no podemos negar que hay racismo a nuestro alrededor día a día, en el mercado laboral, en el acceso a la vivienda, la educación y la sanidad, en los deportes, en el mundo cultural y audiovisual, en los centros educativos, en las redes sociales, en nuestros barrios y, en muchas ocasiones, en nuestras casas.

"En una sociedad racista, no es suficiente ser no racista. Debemos ser antirracistas" - Angela Davis

El racismo es una forma de discriminación vinculada a cuestiones como el color de la piel u otras características físicas, el origen, la religión, la cultura... Se basa en la idea de superioridad de unos grupos étnicos sobre otros, y en la falsa idea de que existen distintas razas. Un ejemplo de racismo cultural es que las creencias, los valores y las normas de las personas no racializadas sean considerados la norma válida y las de las demás personas sean consideradas, inválidas e inferiores.

Ante esto, la posición frente al racismo es, únicamente, el antirracismo. No caben ni la ambigüedad ni la tibieza: los derechos y la dignidad de las personas no son negociables. El antirracismo es un compromiso personal y social por transformar las desigualdades causadas por el racismo y la xenofobia desde el día a día en nuestras vidas hasta la reivindicación activa de políticas y recursos en todos los ámbitos.

El antirracismo es acción por un mundo mejor y más justo para todas. Con racismo no habrá paz.

En el Movimiento por la Paz -MPDL- asesoramos y acompañamos a víctimas de discriminación racial y étnica, y trabajamos contra el racismo en todas sus formas a través de nuestras acciones en España y en 11 países de América Latina, África y Oriente Próximo.