Violencia de género y migración forzosa

Visibilizar lo invisible: Violencia de género y migración forzosa

La trata con fines de explotación sexual es el segundo negocio más lucrativo del mundo, después del tráfico de drogas, y el 97% de las víctimas son mujeres y niñas. España constituye uno de los principales países de destino de mujeres víctimas de este tipo de trata, aunque a pesar de que la prostitución supone aproximadamente el 0'35% del PIB, cerca de 3.700 millones de euros, no se cuenta con suficientes datos fiables y estudios sobre este fenómeno. El año pasado la policía identificó a unas 14.000 víctimas de trata con fines de explotación sexual, la mayoría procedentes de Asia, Europa del Este y África, especialmente de Nigeria; y en la UE, el 70% de las prostitutas son mujeres migrantes.


Con el objetivo de trabajar sobre la violencia de género en el contexto de migración forzosa, a finales de septiembre se celebró en Palermo el encuentro internacional "Violencia de género y trata de personas con fines de explotación sexual" en el que el Movimiento por la Paz - MPDL participó activamente. Esta ciudad italiana es particularmente representativa ya que allí fue ratificado el Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la trata de personas, especialmente de mujeres y niños. Este protocolo complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada y es conocido como el protocolo de Palermo, aprobado en el año 2000.

Irene, Sara y Carolina representaron al Movimiento por la Paz en el encuentro con organizaciones de Italia, Bulgaria, Portugal, Colombia, El Salvador y Nigeria, en el que realizaron un taller para la elaboración de una campaña de sensibilización sobre la trata con fines de explotación sexual. Fue un espacio para debatir, reflexionar, compartir experiencias, crear redes, entender los distintos contextos nacionales y encontrar nuevas estrategias que favorezcan una intervención más transversal con las víctimas de trata con fines de explotación sexual. "Ha sido muy enriquecedor, con gente diversa que conoce este fenómeno y tiene esperanza e ilusión en intentar cambiar las cosas", afirman.

Las tres coinciden en la importancia del trabajo a nivel local y aunque cada país cuenta con su contexto y sus circunstancias, las organizaciones tienen un objetivo común: intentar visibilizar y paliar este fenómeno tan atroz, sumado a que en todos los países hay elementos comunes y transversales: las discriminaciones de las mujeres en todos los ámbitos - político, social, económico, laboral - y la feminización de la pobreza.

En España, la invisibilidad a nivel social e institucional sobre la trata de personas con fines de explotación sexual es muy grande, faltan datos cuantificables, además de implicación, presupuestos y formación de profesionales especializados para trabajar y detectar estos temas. "No hay trata con fines de explotación sexual si no hay prostitución. La prostitución se encuentra en una situación de alegalidad, en un limbo", explica Irene. "Llama la atención la normalización y la naturalización que existe sobre todo esto. No es normal que un joven de 21 años consuma prostitución. Se mira para otro lado. Hay que visibilizarlo para que la población en general reaccionemos y hagamos algo, y no estigmatizar a las víctimas sino hacerlas protagonistas de su propia vida".

La educación desde la perspectiva de género está interiorizada en todas las organizaciones participantes en el encuentro, pero es necesario aumentar el conocimiento y la concienciación de las instituciones públicas, educativas y del tercer sector que trabajan con personas migrantes. "La carencia está fundamentalmente en la educación y en la cosificación de la mujer. Hay que trabajar con los jóvenes, si no se cambia su forma de pensar e incidir en ellos, difícilmente podemos cambiar las cosas", explica Carolina. Resaltan, además, la necesidad de una mayor cooperación internacional y de entender los contextos de los diferentes países para poder hacer un análisis más exhaustivo de este fenómeno tan complejo llegando así a puntos comunes. "Hay que reivindicar los derechos humanos, que son tanto de hombres como de mujeres", subraya Sara.