Más de 3.000 personas han muerto en el Mediterráneo en lo que va de año. Desde el 2000, la cifra se eleva a más de 33.000. Miles de vidas perdidas huyendo de conflictos armados, violaciones de derechos humanos o crisis económicas y humanitarias. Hoy, Día Internacional de los Derechos Humanos, reclamamos soluciones inmediatas, urgentes y necesarias para una situación ante la que ni los Estados ni las sociedades podemos permanecer impasibles.

“Vine porque quiero tener una vida normal, familia, un trabajo… sentir al menos por un día que soy humano”. Mohamed cruzó el Estrecho en patera, nunca imaginó que él mismo lo haría cuando veía imágenes de sus compatriotas en televisión años atrás. Pero llegó un momento en que no pudo más. Y se la jugó. Era consciente de que podía morir, 161 personas han perdido la vida para llegar a España en la ruta del Mediterráneo Occidental, pero Mohamed solo sabía que no quería permanecer en un lugar que le negaba tener una vida.

Como Mohamed, 174.509 migrantes han llegado a Europa hasta noviembre de 2017, más de 161.000 lo hicieron por mar, según datos de la IOM. Ni estas cifras, que son vidas humanas, han conseguido que se habiliten vías legales y seguras para las personas migrantes. Al contrario, se ha instaurado una política de freno de los flujos migratorios.

Las políticas fronterizas y migratorias de los países más desarrollados, y en particular las de la Unión Europea y sus Estados miembro, han tenido como objetivo la eliminación de vías seguras de migración y acogida de personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo. Algo que, lejos de solucionar el problema, ha contribuido a agravarlo, obligando a las personas necesitadas de protección y oportunidades a emprender viajes cada vez más arriesgados e inseguros, dejando sus vidas a merced de traficantes de personas. ¿Es posible creer que poner muros de contención a personas que huyen del horror pueda considerarse una solución?

Establecer un modelo de cooperación para el desarrollo con un claro enfoque a las causas que originan las migraciones en los países de origen debe ser prioritario. La lucha contra las mafias de las pateras, el establecimiento de vías legales y seguras para el trayecto y la mejora del sistema de acogida en los países de llegada en la UE son requisitos imprescindibles para dar respuesta a las urgentes necesidades de cientos de miles de personas y garantizar algo tan fundamental como son los derechos humanos.